martes, 17 de agosto de 2010

Los desposeídos

                                                                                              Gilberto Alfonso Ramírez Navarrete


Paseando de la mano con la oscuridad, con caras que simulan ser genuinas dentro del backpack con las que audicionamos constantemente en el grupo de “Los todos” e irremediablemente en el que no le pertenece a nadie. En el de los desposeídos; los que regalamos gestos, palabras y orgullos con intención de guardarnos a cada uno de los entes que presencian este hostil ritual en el ambiente, inhalándolo impacientemente, sangrándonos los ojos.

Padeciendo las desventuras de las luces y el sonido que transforma nuestro comportamiento con reacciones arrebatadas y un festín de manos que dejan salir formas que se adivinan ansiosas, miradas abrumadoras que eligen acciones vacías de entendimiento y esculpidas brutalmente entre pensamientos de saciedad.

Sobreviviendo del aliento mutante que sobrevuela las noches, que nos alimenta y a la vez nos deja sedientos para poder regresar a beber sórdidas respuestas de lo que regalamos desinteresadamente. Sabemos que nos volveremos a ver, a compartir, pero paradójicamente sin reconocer que estamos juntos, resultando inherente a nosotros.

Ahí esta, el vaivén cotidiano del cóctel de lo imprescindible; de una noche, este lugar, aquella bebida, tres personas nuevas y ropa que desfigura nuestro cuerpo emocional para dotarlo de disfraces armados a la perfección de lo artificial.

Andamos sin guardarnos los gustos, complaciendo con el protocolo nocturno, sin saber que nos compartimos entera pero desproporcionadamente impersonal, sin vernos, sin hablarnos, sin oírnos, sin poseernos enteramente, sólo desgarrándonos en pedazos que hablan por nosotros. 



  • Estudiante del último año de la carrera en Comunicación y periodismo y escribe algunos textos en prosa con tintes poéticos. México.

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